Critica de La carrera de la muerte del año 2000 (Death Race 2000).

Director: Paul Bartel.

Año:1975

Duración: 84 minutos

Spoilers: lo mismo sí.

Hoy no tengo resaca, tengo cacotas.

Me hallo en el baño y los melodiosos cánticos procedentes del ogete de Eolo fluyen in my mind, los suaves y espesos aromas acarician mis arcos nasales… mierda… huele rico.

Ojos en blanco e inspiraciones profundas, estoy en mi medio y los recuerdos me atenazan. Rápidos flashes de monstruos sobre ruedas, toreros y mandíbulas desencajadas me provocan convulsiones, que favorecen el desprendimiento fecal requerido para una correcta higiene bucal. Beso negro…

Nunca volverá a ser lo mismo, adoro la mierda, la caspa reguñera (la de rascarse), las drogas y lo socialmente correcto que ahora es socialmente incorrecto.

Desde mi dorado trono (me he meado fuera, qué pasa…) evoco aquellos momentos de complicidad, las risas espontáneas, las miradas picantonas, los sobresaltos en los momentos más inesperados…

…DEATH RACE 2000…. Te amo.

Repasemos los ingredientes: futurismo retrospectivo, violencia legalizada, coches tuneados de la hostia, tíos dominantes con tías tetonas, tías dominantes con tíos sumisos, Sylvester Stallone y David Carradine en la misma película, Sylvester Stallone y David Carradine en la misma película… OMFG!!! ¡¡¡SYLVESTER STALLONE Y DAVID CARRADINE EN LA MISMA PUTA Y JODIDA PELÍCULA!!!

Parece difícil de creer, pero estos dos poetas de la inexpresividad congenian a la perfección en un filme de argumento descabellado, llena de acción y violencia gratuita.

Como me gustan las teticas gratuitas.

Como me gustan las teticas gratuitas.

Veamos de qué va.

*/SPOILER/*

En el año ni puta idea futuro los habitantes los iuesei están imbecilizados, víctimas de un gobierno totalitarista, no se dan cuenta de que les están endrogando por lo bajini, que son alimentados con el opio de la violencia y del espectáculo, que a sus espaldas transcurre una dictadura mientras ante sus ojos se celebra la carrera transcontinental más guay del mundo… LA CARRERA DE LA MUERTE.

Aunque no todos están ciegos… existe un pequeño grupo de insurgentes que pretende sabotear tan magna carrera con traicioneros ardides y técnicas barriobajeras.

Pero el argumento no se centra en este grupo de makis futuristas con ropas de los años sesenta, quizá lo mejor es explicar de qué va la carrera de la muerte.

Versión tuneada de los Autos Locos.

Versión tuneada de los Autos Locos.

Cada año un reducido número de pilotos (5 pectlh)  toman parte, junto a sus copilotos, en una competición automovilística que pretende recorrer los EEUU de costa a costa.

Una de las peculiaridades de la carrera de la muerte es que durante la carrera hay que provocar la muerte para ganar puntos. Quien muera es lo de menos, el caso es matar por matar y yo mataría por matar por matar.

Aún así no todo es un baño de sangre y vísceras a lo loco como podría parecer en un principio. Están regidos por un sistema de puntuaciones en función de la persona a la que atropellen.

Féminas: 10 puntos

Varones: 40 puntos

Engendros (eso que sale de las féminas fertilizadas): 70 puntos

Viejales: 100 puntos

Quien más puntos consiga y llegue primero a la meta, será el vencedor.

¿El premio? Fama, respeto… y poder darle la mano al presidente del país.

El elenco de corredores es reducido pero representa un conjunto de topicazos dignos de una tienda de recuerdos de Chipiona:

Calamity Jane:

Castiza y agresiva corredora de coches y de hombres, con su coche-toro protagonizará la mejor corrida que he visto en película alguna.

Matilda the Hun:

Ser nazi y participar en carreras de coches son sus dos aficiones favoritas. Gasta mala hostia.

No todo lo nazi da asco.

Nero el héroe de Lonigan (Nero the Hero queda mejor):

Se mola mucho a sí mismo, lleva un coche cobrizo y come uvas de moscatel  porque se sigue molando cual Adonis. Un lamentable accidente en la carrera y un cambio de rumbo en su vida, propiciará que años más tarde se convierta en el profe de karate que atormentará con acierto al gilipollas de Daniel-san en ‘Karate Kid’

Joe Viterbo: Apodado ‘Machine Gun’ porque le mola ametrallar a la peña que le cae mal y al público en general. Su coche, un bólido mafioso con ametralladoras en el morro y un machete en el centro, por si se le escapa alguno, es de los más pinigrosos de la carrera, no porque corra más rápido que las balas que lanza, sino porque lo maneja ¡¡Stallone!!

Gasta una mala hostia de cuidao, no duda en zurrarse con lo que sea, soltar palabrostias o matar a cuello.

A resaltar la escena en la que zumba a su compañera en pelotas en toda la face.

El casco sirve para proteger a los demás de su prominente cabeza.

El casco sirve para proteger a los demás de su prominente cabeza.

Frankenstein:

La leyenda, el mito, el tropocientas veces ganador de la carrera transcontinental, el tipo de hombre al que ves por la calle y piensas “ese tío es la rehostia divina y además me cae bien hasta el punto de parecerme homosexualmente atractivo”.

David Carradine interpreta a este soberbio personaje con su afamada inexpresividad… y cuando se quita la máscara también.

Hecho polvo por cienes de accidentes, se rumorea que todas las partes de su cuerpo han sido sustituidas por implantes biónicos que no hacen ruido al andar.

Es el personaje más misterioso y enigmático de la peli y eso provoca que se las lleve a todas de calle, pero a él no le interesan las mujeres… le molan más otras cosas que hace con su mano siempre enguantada…

El hombre con traje de neopreno y quitamultas.

El hombre con traje de neopreno para sesiones BDSM y quitamultas.

Estos cinco corredores competirán por ser el asesino más rápido y despiadado, pero se toparán con Thomasina Paine, líder del grupo insurgente que tratará de sabotear la carrera con más o menos éxito…

/*END SPOILER*/

No quiero contar nada más sobre el desarrollo del argumento porque considero que merece la pena ver la peli y disfrutar de sus virtudes.

Fíjate si mola que hasta tiene giros argumentales y todo.

Rezuma humor negro por los cuatro costados, situaciones imposibles e hilarantes que mantienen tus babas pegadas a la pantalla sin importarte que la radiación de tu vieja televisión de tubo te deje estéril, ciego y repleto de acné.

El mileurista de La Moraleja.